Comentario
De los pueblos y señores de indios que están subjetos a los términos desta ciudad
A la parte del poniente desta ciudad, hacia la serranía, hay muchos pueblos poblados de indios subjetos a los moradores della, que han sido y son muy domésticos, gente simple, sin malicia. Entre estos pueblos está un pequeño valle que se hace entre las sierras; por una parte lo cercan unas montañas, de las cuales luego diré; por la otra, sierras altísimas de campaña, muy pobladas. El valle es muy llano, y siempre está sembrado de muchos maizales y yucales, y tiene grandes arboledas de frutales, y muchos palmares de las palmas de los pixivaes; las casas que hay en él son muchas y grandes, redondas, altas y armadas sobre derechas vigas. Caciques y señores había seis cuando yo entré en este valle; son tenidos en poco de sus indios, a los cuales tienen por grandes serviciales, así a ellos como a sus mujeres, muchas de las cuales están siempre en las casas de los españoles. Por mitad deste valle, que se nombra de Lile, pasa un río, sin otros que de las sierras abajan a dar en él; las riberas están bien pobladas de las frutas que hay de la misma tierra, entre las cuales hay una muy gustosa y olorosa, que nombran granadillas.
Junto a este valle confina un pueblo, del cual era señor el más poderoso de todos sus comarcanos, y a quien todos tenían más repeto, que se llamaba Petecuy. En medio deste pueblo está una gran casa de madera muy alta y redonda, con una puerta en el medio; en lo alto della había cuatro ventanas, por donde entraba claridad; la cobertura era de paja; así como entraban dentro, estaba en alto una larga tabla, la cual la atravesaba de una parte a otra, y encima della estaban puestos por orden muchos cuerpos de hombres muertos de los que habían vencido y preso en las guerras, todos abiertos; y abríanlos con cuchillos de pedernal y los desollaban, y después de haber comido la carne henchían los cueros de ceniza y hacíanles rostros de cera con sus propias cabezas, poníanlos en la tabla de tal manera que parescían hombres vivos.
En las manos a unos les ponían dardos y a otros lanzas y a otros macanas. Sin estos cuerpos, había mucha cantidad de manos y pies colgados en el bohío121 o casa grande, y en otro que estaba junto a él estaban grande número de muertos y cabezas y osamenta; tanto, que era espantoso verlo, contemplando tan triste espectáculo, pues todos habían sido muertos por sus vecinos y comidos como si fueran animales campestres de lo cual ellos se gloriaban y lo tenían por gran valentía, diciendo que de sus padres y mayores lo aprendieron. Y así, no contentándose con los mantenimientos naturales, hacían sus vientres sepulturas insaciables unos de otros, aunque a la verdad ya no comen como solían este manjar; antes, inspirado en ellos el espíritu del Cielo, han venido a conoscimiento de su ceguedad, volviéndose cristianos muchos dellos, y hay esperanza que cada día se volverán más a nuestra santa fe, mediante el ayuda y favor de Dios, nuestro Redentor y Señor.
Un indio natural desta provincia, de un pueblo llamado Ucache (repartimiento que fue del capitán Jorge Robledo), preguntándole yo qué era la causa por que tenían allí tanta multitud de cuerpos de hombres muertos, me respondió que era grandeza del señor de aquel valle, y que, no solamente los indios que había muerto quería tener delante, pero aun las armas suyas las mandaba colgar de las vigas de las casas para memoria, y que muchas veces, estando la gente que dentro estaban durmiendo de noche, el demonio entraba en los cuerpos que estaban llenos de ceniza, y con figura espantable y temerosa asombraba de tal manera a los naturales que de solo espanto morían algunos.
Estos indios muertos que este señor tenía como por triunfo de la manera dicha eran los más dellos naturales del grande y espacioso valle de la ciudad de Cali; porque, como atrás conté, había en él muy grandes provincias llenas de millares de indios, y ellos y los de la sierra nunca dejaban de tener guerra ni entendían en otra cosa lo más del tiempo.
No tienen estos indios otras armas que las que usan sus comarcanos. Andan desnudos generalmente, aunque ya en este tiempo los más traen camisetas y mantas de algodón y sus mujeres también andan vestidas de la misma ropa. Traen ellos y ellas abiertas las narices, y puestos en ellas unos que llaman caricuris, que son a manera de clavos retorcidos, de oro, tan gruesos como un dedo, y otras más y algunos menos. A los cuellos se ponen también unas gargantillas ricas y bien hechas de oro fino y bajo, y en las orejas traen colgados unos anillos retorcidos y otras joyas. Su traje antiguo era ponerse una manta pequeña como delantal por delante, y echarse otra pequeña por las espaldas, y las mujeres, cubrirse desde la cintura abajo con mantar de algodón. En este tiempo andan ya como tengo dicho. Traen atados grandes ramales de cuentas de hueso menudas, blancas y coloradas, que llaman chaquira. Cuando los principales morían hacían grandes y hondas sepulturas dentro de las casas de sus moradas, adonde los metían bien preveídos de comida y sus armas y oro, si alguno tenían. No guardan religión alguna, a lo que entendemos, ni tampoco se les halló casa de adoración. Cuando algún indio de ellos estaba enfermo se bañaba, y para algunas enfermedades les aprovechaba el conoscimiento de algunas hierbas, con la virtud de las cuales sanaban algunos dellos. Es público y entendido dellos mismos que hablan con el demonio los que para ello estaban escogidos. El pecado nefando no he oído que estos ni ninguno de los que quedan atrás use; antes, si algún indio por consejo del diablo comete este pecado, es tenido dellos en poco y le llaman mujer. Cásanse con sus sobrinas, y algunos señores con sus hermanas, como todos los demás. Heredan los señoríos y heredamiento los hijos de la mujer principal122. Algunos dellos son agoreros, y sobre todo muy sucios.
Más adelante deste pueblo, de que era señor Petecuy, hay otros muchos pueblos; los indios naturales dellos son todos confederados y amigos. Sus pueblos tienen desviados alguna distancia unos de otros. Son grandes las casas, redondas; la cobertura, de paja larga. Sus costumbres son como los que habemos pasado. Dieron al principio mucha guerra a los españoles, y hiciéronse en ellos grandes castigos, con los cuales escarmentaron de tal manera que nunca más se han rebelado; antes de todos los más, como dije atrás, se han tornado cristianos, y andan vestidos con sus camisetas, y sirven con voluntad a los que tienen por señores. Adelante destas provincias, hacia la mar del Sur, está una que llaman los Timbas123, en la cual hay tres o cuatro señores, y está metida entre unas grandes y bravas montañas, de las cuales se hacen algunos valles, donde tienen sus pueblos y casas muy tendidas y los campos muy labrados, llenos de mucha comida y de arboledas de fructales, de palmeras y de otras cosas. Las armas que tienen son lanzas y dardos. Han sido trabajosos de sojuzgar y conquistar y no están enteramente domados, por estar poblados en tan mala tierra y porque ellos son belicosos y valientes; han muerto a muchos españoles y hecho gran daño. Son de las costumbres destos, y poco diferentes en el lenguaje. Más adelante hay otros pueblos y regiones, que se extienden hasta llegar junto a la mar, todos de una lengua y de unas costumbres.